Partiendo de un sentimiento contradictorio frente a las diferentes percepciones de la persona, nuestro propósito es evidenciar la distancia que existe entre la imagen que desearíamos dar, la imagen que los otros se construyen de nuestra persona y la idea que nosotros tenemos de nosotros mismos…
Se trata de una obra que intenta esquivar la realidad confrontando una imagen fabricada de talla humana y dos bailarinas. La puesta en escena consiste en un entrecruzamiento de varias presencias que interpretan la multiplicidad de las diferentes declinaciones de nosotros mismos. En la confrontación, esas proyecciones coinciden, se reconocen, se armonizan, o se rechazan mutuamente intentando perjudicarse a base de simulacros.
La imagen fabricada permite una circulación visual entre la imagen íntima y la imagen pública, entre la que queremos dar y la que, en realidad, damos; entre la imagen que los otros proyectan y la que nosotros admitimos.
La confrontación desemboca en el reconocimiento o el rechazo, la armonía o la hostilidad, transpuestos en una coreografía de la contradicción.